Contextualización en la Predicación

Contextualización, este articulo abordará los problemas que surgen cuando este tipo de contextualización se apodera del predicador durante la preparación de su mensaje.

La contextualización en la predicación es comunicar el mensaje del evangelio en formas que sean comprensibles o apropiadas en el contexto cultural del oyente. En otras palabras, la contextualización tiene que ver con nosotros y el ahora.

Uno de los problemas con la predicación contextualizada hoy en día, es que a menudo tiene un énfasis fuera de lugar. Al elevar la contextualización a una disciplina estudiada excesivamente centrada en las ganancias prácticas, algunos predicadores tratan el texto bíblico de una manera descuidada y poco entusiasta. Este es el problema de la adhesión ciega.

Algunos predicadores pasan más tiempo leyendo y meditando en la situación contextual, que en la Palabra de Dios. Nos sumergimos en sermonear acerca de nuestro mundo o ciudad en un esfuerzo por ser relevantes. Como resultado, nos conformamos con dar impresiones superficiales del texto. Nos olvidamos de que el texto bíblico es la palabra relevante, la cual merece nuestros mayores esfuerzos de meditación y explicación.

La adhesión ciega a la contextualización altera nuestra predicación

La contextualización altera nuestra predicación en al menos tres formas, y ninguna de ellas es para mejor.

En primer lugar, afecta nuestra perspectiva en el estudio (en la preparación de su sermón, el predicador se preocupa por el mundo en lugar de la Palabra de Dios). Esto lleva a la predicación impresionista.

En segundo lugar, cambia nuestro uso del púlpito (la Palabra ahora apoya nuestros embriagantes planes y propósitos, en lugar de los de Dios). Esta es la predicación ebria.

Por último, cambia nuestra comprensión de la autoridad (la lectura devocional “fresca” y “dirigida por el espíritu” del predicador se convierte en el aspecto determinante de la verdad). Yo llamo a esto la predicación “inspirada”.

Predicación Impresionista secuela de la ciega contextualización

Pensemos en esta ilustración: el Baile en el Moulin de la Galette de Renoir (1876) representa una fiesta en un jardín con un baile en el barrio parisino de Montmartre. En el cuadro, Renoir pinta con blanco en el suelo o encima de una chaqueta azul para indicar que el sol brillaba allí. La alteración de la luz comienza a exagerar los detalles y a distorsionar lo que en realidad veía el artista.

El método impresionista toma lo que el ojo ve y lo interpreta, lo exagera, ignora algunas partes, y al final lo distorsiona.

La predicación impresionista no es controlada por la realidad del texto. Ignora los contornos históricos, literarios y teológicos del texto. Pasa rozando —en cuestión de minutos— muchas de las herramientas exegéticas que requieren tiempo.

Las posibles aplicaciones nunca deben eclipsar el mensaje principal del texto.

Leemos estas historias y terminamos perdiendo lo que el Espíritu está enfatizando, mientras que reducimos la Palabra de Dios a nada más que principios para vivir piadosamente.

Es importante indicar que la predicación impresionista no es el problema. Es un resultado natural de la adhesión ciega a la contextualización y de cómo tal adhesión monopoliza nuestro tiempo.

Predicación ebria resultado de la ciega a la contextualización

Algunos predicadores usan la Biblia de la manera que un borracho usa una farola… más para apoyo que para iluminación.

Aquellas semanas en las que hemos estado en el púlpito, apoyándonos en la Biblia para dar soporte a lo que queríamos decir, en lugar de decir solamente lo que Dios quiso que la Biblia dijera, hemos sido como un hombre bebido que se apoya en una farola (usándola más para apoyo, que para iluminación). Una mejor postura para el predicador es quedarse justo debajo del texto bíblico. Porque es la Biblia —y no nosotros los que predicamos— la Palabra del Espíritu (cf. He. 3:7; Jn. 6:63).

En esencia, nuestra tendencia a la predicación ebria por encima de la predicación expositiva, deriva de una cosa: imponemos nuestras más profundas pasiones, planes y perspectivas sobre el texto bíblico. Cuando hacemos esto, la Biblia se convierte en poco más que un apoyo para lo que queremos decir.

Nuestro papel como predicadores y maestros de la Biblia es ponernos debajo de la luz iluminadora de las palabras que hace mucho fueron escritas por el Espíritu Santo. Nuestro trabajo es decir hoy lo que Dios dijo una vez y nada más. Porque al hacer esto, él sigue hablando.

Predicación Inspirada por la ciega a la contextualización

Por su autoría divina, la Biblia es y siempre será la autoritativa e inspirada Palabra de Dios. Sin embargo, tristemente —y a esto quiero llegar— los predicadores cada vez más consideran su lectura subjetiva del texto como inspirada. Cada vez más, a los maestros de la Biblia se les dice que cualquier cosa que conmueva su espíritu en lecturas bíblicas privadas debe ser lo que el Espíritu de Dios quiere que sea predicado en público.

Un ejemplo de este tipo de estrategia de lectura

Este ejemplo es—conocida como Lectio Divina— Las formas tradicionales de esta práctica incluyen cuatro pasos para la lectura privada de la Biblia: leer, meditar, orar y contemplar. Empiezas calmando tu corazón con una simple lectura del texto. Entonces meditas, tal vez en una sola palabra o frase del texto y, al hacerlo, evitas intencionadamente lo que podría considerarse un enfoque “analítico”.

En esencia, el objetivo aquí es esperar la iluminación del Espíritu para llegar a un significado. Esperas a que Jesús venga y te hable. Una vez que se da la palabra, te pones a orar. Después de todo, la oración es un diálogo con Dios. Dios habla a través de su Palabra y la persona habla a través de la oración. Al final, esta oración se convierte en una oración contemplativa, y nos da la habilidad de comprender verdades teológicas más profundas.

El problema de «Lectio Divina» es que aboga por un método que es espiritual, en oposición a algo sistemáticamente estudioso. Sustituye la investigación por la intuición. Prefiere el ánimo y la emoción a un estudio metódico y razonado. Equipara tu espíritu al Espíritu Santo.

Este tipo de predicación “inspirada” es un juego peligroso.

Es completamente subjetiva. Cuando detenemos el trabajo duro de entender las palabras que el Espíritu nos ha dado y trabajamos exclusivamente en la “mente del Espíritu”, nos convertimos en la autoridad final sobre el significado. Empezamos a establecer “verdades” y “consejos” que no pueden ser ni probados ni apoyados bíblicamente.

Sin duda el Espíritu Santo es digno de confianza y puede —milagrosamente— implantar su intención en nosotros intuitivamente. Pero, ¿nos absuelve esta posibilidad de hacer el duro trabajo de la exégesis? ¿Por qué el Espíritu se habría molestado en inspirar las Escrituras en primer lugar? ¿No es posible que el Espíritu obre tanto a través de la investigación como de la meditación? Al adoptar un enfoque tan subjetivo de la interpretación como la predicación “inspirada”, ¿no estamos en riesgo de ignorar lo que Dios quiso decir con su Palabra favoreciendo lo que nosotros queremos predicar? ¿Estamos conformándonos al espíritu de este siglo —del que somos parte necesariamente— en lugar de a la profundidad de su Palabra?

Repasando la contextualización en la predicación

En primer lugar, exploramos lo que ocurre en el estudio del predicador cuando el contexto cultural dirige el sermón, en lugar de ser una fuente de información. Terminamos desplazando el realismo del texto bíblico por algo impresionista, en el mejor de los casos.

En segundo lugar, una adhesión ciega a la contextualización a menudo nos hace errar el blanco de un uso adecuado de la Biblia en el púlpito. Muchos de nosotros sufrimos de una adicción a ser prácticos y a la noción de que podemos predeterminar lo que nuestra gente necesita oír. Cuando hacemos esto, bebemos del grifo de la predicación ebria.

En tercer lugar, una adhesión ciega está conectada cada vez más a la práctica devocional privada del predicador. Los predicadores quieren algo “fresco” y “espiritual”. Y luego nosotros hacemos pasar nuestros propios sentimientos espirituales o frescos como si fuesen el mensaje de Dios. Como resultado, la predicación “inspirada” desplaza a la predicación expositiva.

Dos compromisos en la predicación expositiva: Hacerlo entendible e interpretarlo correctamente.

Este articulo es parte del libro «La Predicación Expositiva» del autor David Helm

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