Dios, nuestra principal motivación para la evangelización
La evangelización es «… para su gloria…»
Nuestra principal motivación en la evangelización no debe ser, por supuesto, la promoción de nuestra propia reputación ante nuestros hermanos, ni una obsesión por el número de convertidos, ni siquiera, en primer lugar, la compasión por los perdidos; sino la gloria de Dios. Toda otra motivación se queda corta.
Nuestro amor al Señor, nuestro deseo de que Él sea honrado y sus derechos reconocidos en la vida de nuestros prójimos, es la única motivación capaz de sostenernos en medio de los muchos momentos de desánimo que habremos de afrontar en nuestra evangelización.
En esto, como en todo, el Señor Jesucristo es nuestro modelo:
Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciera
Juan 17:4
Nuestro afán en la evangelización debe ser igual al suyo:
Santificado sea Tu nombre; venga Tu reino; hágase Tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra
Mateo 6:9–10