¿Avergonzado del Evangelio?

¿Avergonzado del Evangelio? Acabo de leer esto de un blog. Estaba estremecido por el lenguaje fuerte sobre cómo hemos dudado y cómo nos hemos avergonzado del poder de Dios para salvación. Por favor léanlo y considere en orar para que Dios nos use para Su honra y gloria en la iglesia.
Hay una espantosa falta de confianza en el evangelio de Jesucristo en nuestros días. Para tomar una frase de Romanos 1:16, parece que muchos estamos “avergonzados” de ello o por lo menos dudosos de si en verdad hay “poder de Dios para salvación a todo aquel que cree.” Esta duda en el Evangelio se puede ver por lo menos de dos formas.

Algunos dudan del Evangelio y por consiguiente lo complementan o reemplazan.

No hay duda que la iglesia es vergonzosamente pragmática en nuestros días. El pragmatismo es esencialmente la idea que dice que el éxito justifica la estrategia-el fin justifica los medios. “Si funciona, hazlo,” se nos dice. Así, en nombre del evangelismo, vemos todo tipo de circo: “predicación” que imita a cómicos malhablados, el espeluznante “alcance evangelístico” de la industria pornográfica, pastores de jóvenes que se tragan peces de colores, esfuerzos de alcance con señuelo, predicación sobre las necesidades palpables, y cosas como esa. Aun cuando el Evangelio podría estar “con disimulo” en tales esfuerzos, de hecho revelan una falta de confianza en la Persona y Obra de Jesucristo. Tales evangelistas actúan como si el Evangelio fuese una cosa impotente-una venta difícil que tiene que lograr el éxito a la sombra de productos más atractivos, tan igual como los complementos que ponen los políticos a los proyectos de ley para aprobar las medidas impopulares. Pero no se equivoque-el arte de vender chabacano que existe tanto dentro y fuera del fundamentalismo delata una la falta de confianza en el Evangelio inalterado y sin adorno.

Algunos dudan del Evangelio y por consiguiente no esperan conversiones.

No toda duda en el Evangelio es tan grosera como las tácticas del vendedor de autos puestas anteriormente. Algunos tienen una vergüenza más respetable del Evangelio, pero sin embargo es una duda trágica. Algunos están convencidos que Dios ya se acabó, que las conversiones que leemos en el Nuevo Testamento y a lo largo de la historia de la iglesia son vestigios de otro tiempo, evidencias de oyentes más receptivos con iglesias con mayor poder. No deberíamos esperar que crezcan iglesias sólidas. De hecho, nuestros números en bajada están justificados y son casi celebrados como distintivos de nuestra fidelidad––como si todas las iglesias crecientes deben estar haciendo algo mal.
Estoy en desacuerdo con el segundo concepto tan igual como con el primero. Para citar un himno navideño, “Dios no está muerto, ni duerme.”Todavía está obrando. Su Espíritu todavía convence, ilumina, atrae, regenera. El Evangelio todavía es el poder de Dios para salvación. El mundo todavía está vivo, es poderoso y desgarra el corazón. Y aún así espero verlo funcionar. Oro con expectativa. Predico con expectativa. Y Dios está salvando gente––como el diácono que predicará en nuestra reunión de oración en unas cuantas horas, como el drogadicto cuya vida ha cambiado totalmente en los últimos meses, como la madre soltera que se ha cambiado de la religión a Cristo y ha sido cambiada eternamente; como las multitudes que han venido a Cristo en los últimos meses en Grace Church of Mentor [Iglesia Gracia]––no porque la iglesia es perfecta, y no porque la iglesia es transigente, sino porque el Evangelio es poderoso y se está desatando a un pecador a la vez.

Fuente: Guillermo Gardner

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