Conversión y Salvación

Conversión y Salvación

Isaías 1:26 «Restauraré tus jueces como al principio, y tus consejeros como eran antes; entonces te llamarán Ciudad de justicia, Ciudad fiel.»

Isaías 6:9 «Y dijo: Anda, y dí a este pueblo: Oíd bien, y no entendáis; ved por cierto, mas no comprendáis.»

Lucas 22:31, 32 «Dijo también el Señor: Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo; pero yo he rogado por ti, que tu fe no te falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos.»

Santiago 5:19, 20 «Hermanos, si alguno de entre vosotros se ha extraviado de la verdad y alguno le hace volver, sepa que el que haga volver al pecador del error de su camino, salvará de muerte un alma, y cubrirá multitud de pecados.»

La palabra «conversión» significa «regresarse,» «cambiar de dirección,» «un cambio de propósito.» En suma, significa «dar la vuelta al uso de algo.» La conversión, entonces, sería «la manifestación exterior de la regeneración. La regeneración significa «reconcebir» o «ser nacido de nuevos genes.»

La conversión, pues, se convertiría en el cambio exterior producido por la regeneración. Es Dios quien pone en nosótros la nueva naturaleza y nos reconcilie o regenera. Tal y como el buen Samaritano tomó al hombre herido a la Posada y encargó al posadero que cuidara de él, exactamente así en la regeneración, el Cristiano recién nacido debe situarse a sí mismo en la Iglesia del Nuevo Testamento de tal manera que la Iglesia y los Cristianos que hay en ella puedan ser usados por el Espíritu Santo para la conversión de unas vidas que eran usadas para sí mismas, que sean usadas para otros; que eran vividas en pecado que sean vividas en justicia, y que producían obras de la carne que sean para producir los frutos del Espíritu.

La conversión, pués, es la obra de la iglesia y sus miembros al ser guiados ellos por el Espíritu Santo a cambiar la vida y obra de aquel que ha sido regenerado.

La redención es la obra de Dios el Hijo. La regeneración es la obra de Dios el Espíritu Santo. La justificación es la obra de Dios el Padre al declarar justo al pecador en el Hijo. La conversión entonces se convierte en la obra de la iglesia al cambiar nosotros el uso y propósito de una vida.

La historia cuenta que a una cuadra de la Primera Iglesia Bautista de Hammond, Indiana, había un edificio que fue ocupado durante muchos años por un club nocturno o Cabaret. Allí se anunciaba toda clase de cosas injustas, incluso danzas de desnudismo. Durante años, los cristianos iban a la vereda de enfrente de ese Club y testificaban y pasaban tratados con el Evangelio. Después de varios años ese Club nocturno cerró las puertas. La Iglesia no sabia  porque había cerrado, hasta que un día el pastor recibio una llamada telefónica de un estado del este de los Estados Unidos. La persona que llamaba era un caballero que le informó de que anteriormente había sido el dueño del antes mencionado Club nocturno. Aquél le dijo como por muchos años, él había odiado a los cristianos de su iglesia porque le habían molestado mucho con los tratados del Evangelio y con sus intentos de tratar de hablarle del Salvador.

Entonces él prosiguió contándole que una noche fue a su casa y se lo contó a su esposa, diciéndole que, esa gente de la Primera Iglesia Bautista estaban alcanzándole a él. Después dijo: «Pastor, ellos me alcanzaron. Entregué mi vida a Dios, cerré el Club nocturno, y quise llamarle a usted para decirle que ahora estoy predicando el evangelio y que me voy a graduar para predicar en pocos días. He deseado darle las gracias a usted y a su gente por ser testigos consistentes y por lo que han significado en mi vida.»

Poco después, la Primera Iglesia Bautista compró aquel edificio. Comprándolo pasó a ser de la iglesia. Fue pagado el precio, y el trato fue consumado y el edificio cambio de propietario. No obstante, el edificio no había sido convertido. Este tenía el mismo «bar,» los mismos muebles y la misma decoración. El edificio había sido adquirido, se había sido redimido. Era propiedad de la iglesia, pero ahora, éste necesita ser convertido para que pudiera ser usado para otro propósito. Tan pronto como fue redimido, o sea, comprado, y tan pronto como cambió de propietario, la obra fue empezada por la iglesia  para poder ser convertido para ser usado por Dios. Si hubiesen comprado el edificio y lo hubiesen dejado del modo que estaba, no estuviera convertido. Ni podrían ir adentro y convertirlo antes que fuese comprado. La conversión del edificio no lo habría hecho de la iglesia. Ello les hubiera hecho culpables de deleito criminal. La compra del edificio no lo convirtió. Primero, el precio había de ser pagado, después, el trato fue consumado, el título de propiedad cambió después de manos, y entonces los trabajadores entraron para edificar su uso y convertirlo para ser usado por Dios.

Ahora bien, hay muchos Cristianos los cuales son salvos pero no son convertidos. Ellos han sido redimidos por la preciosa sangre de Cristo, pero sus pies no andan por nuevos caminos; sus lenguas no hablan un nuevo lenguaje; sus mentes no permanecen en cosas espirituales. Ellos son salvos, pero son carnales.

I de Corintios 3:1-3 «De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo. Os di a beber leche, y no vianda; porque aún no erráis capaces, ni sois capaces todavía, porque aún sois camales; pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, sino sois camales y andáis como hombres?»

Así pues, la regeneración no es el resultado de la conversión; la conversión sigue a la regeneración. La conversión no trae salvación. Con la salvación, la conversión está supuesta a comenzar.

Note Santiago 5:19, y especialmente tome nota de las palabras, «si alguno de entre vosotros» y «alguno le convirtiere.» Note quien es convertido alguno de entre vosotros. Esto está hablando acerca de la gente de Dios siendo convertida y es también la gente de Dios quienes hacen la conversión. Nosotros a menudo nos preguntamos el uno al otro, «¿Cuántas conversiones tuviste el domingo pasado, por la mañana?» Lo que queremos decir es «¿Cuántas regeneraciones tuviste el pasado domingo, por 1a mañana?»

Ahora bien, esto sería una equivocación para uno el usar la palabra «conversión» en esta forma, pero, en el sentido más estricto de la Biblia, la «conversión sucede a la gente de Dios después de que son salvos, y ello es hecho por la gente de Dios.

En el edificio antes mencionado que era usado como club nocturno, el comprador no hizo la conversión o no lo convirtió, por decirlo así, en lo que era. Cuando el comprador compró el edificio, fueron enviados trabajadores allí para malos propósitos. La conversión, entonces, es el proceso gradual con el cual los creyentes convierten a los Cristianos nuevos y débiles. Por favor, no malentiendan ¡La Salvación no es un proceso gradual! ¡La salvación y la conversión no son sinónimos!

En Lucas 22:31, 32, Pedro había sido convertido por largo tiempo, pero Jesús conocía su denegación. El estaba diciendo, «Pedro, tu lengua va a ser pronto usada para mal. Cuando esto suceda, ésta será convertida más tarde y usada de nuevo para Mí en Pentecostés.» El estaba diciendo, «Pedro, tus pies te van a sacar pronto de Mi voluntad para un propósito equivocado, Pero tu serás convertido, y tus pies caminarán de nuevo en Mi voluntad y serán usados para Mí.» El estaba diciendo, «Pedro, tu estarás pronto calentando tu cuerpo junto al fuego del Diablo, pero tu cuerpo será convertido y usado de nuevo para Mi gloria. Cuando eso sea, fortalece a los hermanos:’ Esto es muy interesante. Nuestro Señor estaba diciendo, «Pedro, tan pronto como seas convertido, entonces empieza a trabajar en la tarea de convertir a otros.» Entonces, el convertido se vuelve en el convertidor.

Ahora fíjese en Juan 15:16 «No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo es elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y Llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé.»

Note especialmente las palabras «vuestro fruto permanezca.» El Salvador estaba dìciéndonos a nosotros que debemos ser ganadores de almas; y tan pronto como ganemos a alguien para Cristo, nosotros debemos convertirlos. Ellos son el fruto, pero el fruto debería ser cuidado de manera apropiada para que pueda ser convertido o permanezca.

Así, pues, es con la salvación. Nosotros somos comprados por la sangre preciosa de Cristo, regenerados por el Espíritu Santo y justificados por una declaración de Dios el Padre de que somos justos – a Sus ojos, no por nuestra justicia, sino por la justicia de Cristo que nos fue imputada a nosotros por nuestra aceptación de El.

Romanos 10:2,3, «Porque yo les doy testimonio de que tienen celo de Dios, pero no conforme a ciencia. Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia, no se han sujetado a la justicia de Dios.»

Sobre nuestra aceptación de Cristo, los instrumentos humanos son comisionados a ayudarnos a ser convertidos. Esto fue lo que el discípulo Ananías de Damasco hizo a Pablo de Tarso. Esto es lo que el profeta Natán hizo a David. Esto es lo que los miembros de la iglesia deben hacer, el uno al otro, tanto si es a un nuevo convertido o un hermano o hermana sorprendidos en una falta.

Esto significa que hay diferentes grados de conversión. Toma más el convertir a uno que ha estado profundamente en pecado que convertir a un niño que está siendo criado en un hogar Cristiano y acaba de recibir a Cristo como su Salvador. Una vez más, recuerde que estamos hablando acerca de conversión y no de salvación. En la salvación no hay grados, pero si hay grados en la conversión.

Salmo 19:7 «La Ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma; el testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo.»

Aquí encontramos que la conversión es llevada a cabo cuando nosotros usamos la Palabra de Dios. El nuevo convertido necesita algo más que compañerismo Cristiano. El necesita algo más que reuniones de la clase. ¡El necesita la Palabra de Dios! Tenemos que ser consistentes constantemente; debemos saber que todo lo que Dios ha hecho siempre, El lo hizo a través de Su Palabra. Diez veces en el mero principio del libro de Génesis encontramos las palabras, «Y dijo Dios» seguidas más tarde de las palabras, «y fue así.» El sol, la gran lumbrera para señorear en el día, fue puesta en los cielos por la Palabra de Dios. La luna, la lumbrera menor para señorear en la noche, fue puesta por la Palabra de Dios. Las estrellas que brillan como candeleros celestiales para hacer que la noche se vea como una gran catedral, fueron encajadas en sus lugares por la Palabra de Dios. El esculpió los desfiladeros por la Palabra de Dios y erigió las cumbres de las montañas como pirámides egipcias cubiertas con crema por la Palabra de Dios. El puso los pinos erectos y altos como campanario del cielo, alzándose sobre un santuario terrenal por la Palabra de Dios. Los ríos desembocan al mar al mandato de la Palabra de Dios, y el océano recibe las aguas de los lugares más elevados por la Palabra de Dios. El perfume de las flores fue esparcido por la Palabra de Dios. Todas las cosas que Dios siempre hizo han sido hechas por su Palabra. Cuando el Señor Jesús fue tentado por Satanás, El resistió por la Palabra de Dios. Si los padres han de convertir a sus niños, si los maestros de la Escuela Dominical han de convertir a los miembros de sus clases, si los pastores han de convertir a sus feligreses, si las iglesias han de hacer nuevos convertidos, ello necesita ser hecho por la Palabra de Dios.

Salmo 51:13 «Entonces enseñaré a los transgresores tus caminos, Y los pecadores se convertirán a ti.»

David en su Salmo está arrepintiéndose de su pecado siguiendo la reprimenda que recibió del profeta Natán. David está orando en este Salmo, el cual es llamado Salmo penitencial. Este es un Salmo de arrepentimiento y confesión de pecado y de súplica a Dios para restauración. Uno de los argumentos que él usa al pedir a Dios perdón es que si él es perdonado, él puede ayudar a convertir gente. Hay mucha de la gente de Dios que necesita la ayuda que David necesitaba, su estímulo, su fortaleza y su enseñanza, pero primero David necesita ser convertido. El es salvo pero no convertido. Por algún tiempo ahora él ha sido usado como un instrumento de maldad. Ahora él necesita ser usado como instrumento de justicia. El aboga con Dios para que le perdone para poder ser convertido; para poder ser usado para convertir a otros.

En suma, miremos al orden divino de Dios. Primero, la persona no salva ha de tener los hechos de salvación como se encuentran en la Palabra de Dios. Esta persona necesita la preciosa semilla de la Palabra de Dios.

Salmo 126:5,6 «Los que sembraron con lágrimas, con regocijo segarán. Irá andando y llorando el que lleva la preciosa semilla; mas volverá a venir con regocijo, trayendo sus gavillas.»

Siguiendo los hechos viene la fe. El hombre no salvo pone su fe en Cristo.

Efesios 2:8,9 «Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros; pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.»

Después viene la redención; el precio del Calvario se hace válido . y nosotros somos redimidos por la preciosa sangre de Jesús. Después viene la regeneración.

Tito 3:5 «…nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de 1a regeneración y por la renovación en e1 Espíritu Santo.»

Esto es sinónimo con el nuevo nacimiento.

Juan 3:5,7 «Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que e1 que no naciere de agua y del espíritu, no puede entrar en e1 reino de Dios. No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo.»

El Padre entonces nos justifica, nos declara justos porque, estamos revestidos de la justicia de Jesucristo.

Romanos 5:1 «Justificados pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo.»

Ahora la compra es completa. El pecador se ha convertido en un santo. Su nombre está escrito en el Cielo. Dios entonces da Su Palabra a la iglesia del Nuevo Testamento y dice, «En el poder de Mi Espíritu, por medio del uso de Mi Palabra, conviértelo, para que los labios que fueron usados para maldecirme, sean convertidos para alabarme a mí, para que los ojos que una vez eran usados para lo malo, puedan ser usados ahora para leer la Palabra de Dios, para que los oídos que escuchaban una vez aquello que era malo, puedan escuchar aquello que es correcto y justo, para que el corazón que estuvo una vez lleno con motivos impíos pueda ser lleno de motivos santos, para que la mente que fue una vez usada para malos pensamientos pueda ser usada para pensamientos constructivos y planes en la obra de Dios, para que los pies que eran apresurados en derramar sangre, puedan ahora ser hechos hermosos porque nos transportan a lugares útiles en la voluntad de Dios.» Oh, pueblo de Dios, no solamente tenemos nosotros un mensaje que proclamar acerca de nacer de nuevo, sino que hay un trabajo que se ha de llevar a cabo por los que son «nacidos de nuevo» para que ellos puedan ser convertidos tanto como regenerados, redimidos y justificados.

Cuenta la historia acerca de un viejo hombre, que vivía en una choza mal cuidada en un gran pedazo de terreno, en un hermoso vecindario. No estaba sólo su choza mal cuidada y en malas condiciones, sino que el terreno estaba lleno de hierbas, abrojos y escombros. El vivía en suciedad en un vecindario afluyente y rico. Los vecinos venían y le rogaban que limpiara su parcela de terreno y su choza. Todos los esfuerzos fracasaron para convencerlo. El Departamento de Salud le amenazó con desposeerle de su choza mal cuidada y sucia, y el terreno lleno de abrojos y de escombros en una hermosa parte del pueblo.

Un día, uno de los vecinos hizo una campaña para reunir dinero suficiente para que el vecindario comprara dicha propiedad. Una gran cantidad de dinero fue reunida y una comisión fue asignada para ir al viejo hombre y hacerle una oferta increíble por su choza y el terreno. La oferta estaba muy por encima de lo que la propiedad valía en realidad. Para gozo de los vecinos, el hombre aceptó la oferta y se fijó una fecha para cerrar el trato. En la fecha determinada, la comisión vino con el abogado a cerrar el trato. Ellos le mostraron donde debía firmar, pero, antes de firmar levantó sus ojos a los compradores y dijo: «¿Notaron ustedes alguna cosa?»

Ellos dijeron, «No, ¿qué?»

El replicó con desengaño, porque había arreglado la choza. Les dijo que había limpiado y quitado el polvo. Había arreglado los muebles y había hecho algunas reparaciones modestas. El les dijo cuan desengañado estaba que no hubieran visto las mejoras, y que esperaba que ellas les ayudaran a disfrutar más aquella vieja choza, cuando entraran a vivir en ella. Naturalmente, los vecinos, con pena, replicaron que ellos no irían allí a morar, sino más bien cambiarla y transformarla para que estuviera de acuerdo con la belleza del vecindario y su crédito.

Hay muchas personas, miles de ellas, que tratan de mejorar la propiedad de sus vidas antes de la redención. La primera cosa que debe hacerse es recibir a Cristo como Salvador, ser bautizado (no para salvación), después unirse a una iglesia Neo-Testamentaria para que puedan ellos comenzar el proceso de ser convertidos por la iglesia en el poder del Espíritu Santo y con la Palabra de Dios ayudar a los nuevos Cristianos o a los Cristianos caídos a crecer en gracia, para que los miembros puedan ser usados no como instrumentos de injusticia, sino más bien, como instrumentos de justicia para que puedan no tan sólo ser salvos, ¡Sino también ser convertidos!

“Hermanos cuan diferente seria nuestro ganar de almas y cuan renovante seria nuestro discipulado si  nos aferraríamos a la enseñanza de la Palabra de Dios, hermano gane almas y discipule pero como el Señor quiere”

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