El Espíritu del Siervo de Dios. Es de suma importancia que el espíritu de un siervo de Dios esté bien …. vamos a ver porque.
No estamos hablando del Espíritu Santo, sino el espíritu del ser humano. ¿Entraste en una casa alguna vez y sentiste que no había un buen espíritu – es decir, alguien estaba enojado, etc? ¿O tuviste una charla con alguien y te diste cuenta enseguida que estaba enojado, amargado, frustrado o dañado? Asimismo, podemos decir que del otro lado de la moneda, hay momentos cuando hay tan buen “espíritu” en el ambiente que da gozo estar presente.
La Biblia nos enseña que en Caleb hubo otro espíritu (Números 14:24). Podemos hablar de lo que era este espíritu, en cambio quiero declarar lo que NO era este espíritu que Caleb tenía. El espíritu que Dios va a usar:
NO es un Espíritu de Cobardía
Sin duda, Caleb no era un cobarde, sino un hombre de gran fe. Cuando 10 de los 12 espías lloraron diciendo que no se podría tomar posesión de la tierra prometida, Caleb se paró firme creyendo que era posible – no tenía ni miedo ni cobardía.
II Timoteo 1:7 nos dice: “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía”. Muchas veces el espíritu de cobardía entra en el ministerio: miedo a que no me vayan a aceptar, a que no les vayan a gustar mis ideas, miedo a intentar algo que me salió mal en el pasado, etc. El espíritu de cobardía es exactamente lo que el diablo quiere, es lo opuesto a la fe. La fe me hace creer y hacer algo que no puedo ver con mis ojos, en cambio la cobardía dice, “tranquilo, no hay apuro ni necesidad de hacerlo, asimismo no querrás salir lastimado o terminar mal”.
Miro mi propia vida y digo, “gracias Dios por haber sido fiel y haberme ayudado a empezar el ministerio cuando no tenía casi nada de ayuda económica y estaba recién casado. Gracias Dios por darme la fe para mudarme a dos países y creer que la gente iba a llegar a una iglesia que ni existía todavía.” Francamente, es fácil mirar atrás y decir gracias, pero es difícil tomar otros pasos de fe en el presente y creer que Dios puede hacerlo de nuevo. Muchas veces el espíritu de cobardía ha levantado su cabeza y me ha quitado las ganas de lanzarme en un nuevo ministerio o en terreno no pisado.
Queridos amigos, no permitan que el espíritu de cobardía frene la obra de Dios en sus vidas. Cuantas veces vemos que Cristo no pudo obrar en un lugar porque la gente no tenía fe. El espíritu de cobardía quiere que nos quedemos tranquilos y no avancemos. Mientras hay multitudes sin Cristo y muchas posibilidades para avanzar para Cristo, los obreros de Dios NO pueden permitir que el espíritu de cobardía les frene, no les permita avanzar ni ver la mano de Dios.
NO es un Espíritu de Comparación
Cuantas veces somos culpables de compararnos entre nosotros – nuestros ministerios, familias, posiciones, influencias, etc. II Corintios 10:12 nos enseña que “… ellos, midiéndose a sí mismos por sí mismos, y comparándose consigo mismos, no son juiciosos.” La palabra juicioso significa actuar con madurez y cordura, entonces Dios nos dice que los que se comparan no actúan con cordura y madurez.
Cuando nos comparamos, sucede una de dos cosas, o salimos desanimados porque otro lo hace mejor o salimos orgullosos – pero ninguna de estas actitudes agrada a Dios. El obrero desanimado no podrá avanzar por su estado anímico y el orgulloso no avanzará porque Dios resiste a los soberbios y da gracia a los humildes.
El marido que compara a su esposa con otra mujer, nunca será feliz con su propia esposa. La persona que compara su nivel económico con otro nunca estará feliz con lo que Dios le de. El pastor que compara su iglesia con otra no puede ver las bendiciones que tiene de Dios. La comparación no edifica ni anima a nadie.
Si queremos que Dios nos use, no debemos tener un espíritu de comparación, en cambio debemos agradecer a Dios por lo que tenemos y ser diligentes en trabajar para ver mas fruto. Si nos comparamos a Cristo, quien es nuestro ejemplo, todos fallamos y todos tenemos lugar para trabajar.
Querido amigo y obrero en el servicio del Señor, te ruego que estés agradecido a Dios y seas diligente en trabajar para el Señor, no permitiendo que el diablo te destruya con un espíritu de comparación.
NO es un Espíritu de Crítica
Lamento decir esto, pero la crítica sale de mi boca muy fácilmente. Ya sea la crítica de otro obrero de Dios, de un vecino, de gente en la iglesia o de quien sea, el espíritu de crítica no es de Dios.
Me molesta y aun me duele cuando otros hablan mal de mi o me critican, pero cuando critico a otros, soy culpable de lo que odio – la crítica. Veamos como el rey sabio, Salomón, nos dice: “Tampoco apliques tu corazón a todas las cosas que se hablan, para que no oigas a tu siervo cuando dice mal de ti; porque tu corazón sabe que tú también dijiste mal de otros muchas veces” (Eclesiastés 7:21-22). Como golpea a nuestro sentir este versículo, puesto que comienza con la instrucción de no dolernos cuando hablan mal de nosotros y concluye diciendo que nosotros no somos tan inocentes porque ya sabemos que hemos hablado mal de otros – ¡duele!
En sí, cuando critico, estoy pensando que soy mejor que la otra persona – cuando la Biblia me enseña de preferirnos los unos a los otros (Romanos 12:10) y de estimar “cada uno a los demás como superiores a él mismo” (Filipenses 2:3). Dios nos golpea tan duro que dice que nuestra critica contra nuestro hermano nos hace hipócritas (Mateo 7:5).
El espíritu de crítica está tan ocupado mirando a los demás que no tiene tiempo de mirar, evaluar y mejorar su propia vida y ministerio. Dios no quiere que nadie tenga un espíritu de crítica… ¡especialmente los obreros de Dios!
Dios bendice el espíritu de amor, no el de crítica. Dios bendice el espíritu de una buena actitud, de fe y de coraje, los otros espíritus no son bendecidos.
Como obreros de Dios, necesitamos la mano y bendición de Dios sobre nuestras vidas y ministerios … pero requiere que cuidemos nuestros espíritus.
Obrero de Dios, cuida tu espíritu para que Dios te puede usar como un instrumento escogido y útil en Su obra.